A través del espejo.

La vi, estaba diferente, Con la mirada serena y fuerte, le brillaban los ojos.
Ya no pude adivinarla, me tocó observar, buscar por dentro, si no solo ves la portada.
Sus pupilas llevan paisajes, montones de personas, letras de todo tipo.
Su cuerpo está más grande, con cada movimiento parecía asemejarse a las olas del mar;
lo noté me estaba presumiendo su nueva yo.
El cabello despeinado, largo hasta la cintura, se cuanto le costó que le creciera.
Tiene un par de cicatrices nuevas, se le ven a través de los tatuajes.
Aunque se ve más segura de sí misma, por como habla no parece temerle a nada.
Se expresa distinto, con elocuencia, natural.
La vi cambiando de opinión tan rápido como pasa de lluvia a sol en Panamá y viceversa.
Se aburría con tanta facilidad, que debía inventarme algo cada 15 minutos.
Quizás algo agotador, pero de veras excitante.
Cuando se ríe parece le salen comillas en las comisuras de los labios, no me había dado cuenta.
Se parece a la chica que conocí, con quien crecí, pero no es ella, definitivamente no lo es.
Está más sencilla. Poca ropa, sin accesorias extras ni tanto maquillaje.
Cada cierto tiempo nos vemos, me gusta verla esporádicamente, porque me complace descubrirla.
Al ser una mujer cambiante, no se queda fija en ningún lado.
Esta vez, la espalda la llevaba descubierta, el pasado no le pesa, disfruta mientras lo observa en el horizonte como pequeños viajes en el tiempo.
Me detuve, al verla bien noté, lo único que no ha perdido es la niñez o la magnitud con la que va creando sus sueños.
Mierda, me gusta, me gusta tanto, mucha más que ayer.
Nos miramos fijamente, nos hemos reencontrado.
Un abrazo fuerte sella el momento.
Al final supe que no la volvería a ver como estaba, así que la disfruté.
Guiño de ojo y hasta luego.

-AriiAlejandra.

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